Una investigación de la Fundación Amigos de la Naturaleza
(FAN), publicada en el diario El Deber, concluye que entre 2011 y 2022, en Bolivia se alcanzó una pérdida de la
cobertura boscosa del 37%.
La deforestación, los desmontes, los avasallamientos, las
quemas indiscriminadas, la tala de árboles y tráfico de madera son parte del
problema.
El mismo informe confirma que Santa Cruz es el
departamento más afectado con 20% de deforestación. El bosque original del
departamento se redujo de 32 millones de hectáreas a 26 millones de hectáreas.
Y dentro del departamento es el bosque chiquitano el que
más pérdidas registra con 30% de hectáreas en San Ignacio, San Rafael, San José
de Chiquitos, Roboré, San Miguel, Carmen Rivero Torrez, Concepción, además de
Charagua y Guarayos.
Todo este panorama es consecuencia directa de las
políticas depredadoras del nivel central y el régimen del MAS, tanto con Evo
Morales como con Luis Arce.
El informe cita, por ejemplo, las decisiones tomadas en la
Cumbre Alimentaria Sembrando por Bolivia de 2015, que fue ampliando a 10
millones de hectáreas el área aprobada para la producción agrícola, con el
aplauso de una parte del sector empresarial que solo el busca rédito inmediato como
hace cualquier organización social afín al régimen masista.
También debemos recordar la Ley de Uso y Manejo Racional
de Quemas de abril de 2019 que derivó en el peor incendio de los últimos
tiempos en la chiquitanía y la amazonía, con más de 5,3 millones de hectáreas
perdidas y la destrucción de la flora y fauna de esta importante zona.
Todo este panorama explica el rechazo que hizo Luis Arce a
alcanzar la meta de deforestación cero en Bolivia, durante la Cumbre de la
Amazonía en Belém do Pará, desarrollada en Brasil en agosto pasado.
A esto se suman los proyectos depredadores, con la
minería ilegal y aquella cooperativizada que ahora cuentan con aval para vender
oro al Estado y el pliego que presentaron en La Paz para poder ingresar a las
áreas protegidas, cuando ya están instalados de facto como ya sucede dentro del
Tipnis.
Finalmente, están los proyectos de carreteras que también
invaden las áreas protegidas y las reservas naturales del país, sobre todo en
el oriente del país.
Los parques nacionales más afectados resultan ser, según
el documento de la FAN, el Amboró, Isiboro Sécure (Tipnis), Carrasco y San
Matías. Y también las áreas protegidas Laguna Concepción, Río Grande y Valles
Cruceños, y Güenda Urubó.
Ese último caso, con la carretera La Guardia – Buena
Vista, es el que hemos denunciado este año desde la Secretaría de Medio
Ambiente, Cambio Climático, Áreas Protegidas y Recursos Naturales de la Cámara
de Diputados, porque además pone en riesgo los acuíferos que abastecen del
líquido elemento a Santa Cruz, y que el régimen se empecina en aprobar sin
medir las consecuencias a la vida de la población.
Todos estos datos objetivos, medibles y comprobables confirman
que las políticas de supuesta “defensa de la Madre Tierra” que manejó el MAS
desde su llegada al poder, solo fue y es un discurso populista y demagogo,
porque en los hechos Bolivia con sus áreas protegidas y sus bosques está peor
que nunca, rumbo a un desastre ambiental irreparable.
*Por: María René Álvarez
DIPUTADA NACIONAL
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